Esperanza para el ser humano

Esperanza para el ser humano
Lo pequeño es hermoso

martes, 12 de febrero de 2013

No tengan miedo


No tengan miedo 

Quiero que reflexionen algo importante de verdad.
Hay quienes nos han hablado directamente nos guste o no.
No hablo de religiosidad, hablo de palabras que necesitamos ESCUCHAR internamente como seres humanos: 

En san Mateo 10, 24-33

«No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo. Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!  

«No les tengáis miedo 

Pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.  

Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados.

«Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden dos pajarillos por un as?

Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre. En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.

No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos. «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. 

Un ser humano, que hizo lo mejor que su propia vida le dictó, nos dijo un día:“No tengan miedo del amor, y no tengan miedo de la debilidad del hombre ni de su grandeza. El hombre no deja de ser grande ni siquiera en su debilidad. No tengan miedo de ser testigos de la dignidad de toda persona humana”.

fragmento de un discurso de Juan Pablo II

Lo siguiente es un artículo de Federico Croce (Periodista):

"No tengan miedo"

Esas fueron las primeras palabras que Juan Pablo II gritó al mundo entero desde la Plaza de San Pedro, cuando fue elegido Papa, el 22 de octubre de 1978.

"No tengan miedo a la verdad de ustedes mismos"

Esta fue la frase puntal del discurso dicho en su momento por quien acababa de erigirse autoridad máxima de la Iglesia Católica.

Fue la frase que Jesús resucitado dijo a sus discípulos. Y una de las que el flamante Papa enarboló como bandera a lo largo de su pontificado. Siempre que la dijo, la expresó con exhortación, imperativamente, enfatizada con fuerza en sus labios.

Y, más allá de las opiniones a favor o en contra que se formarían luego sobre la persona del entonces Papa con el correr de su actividad pastoral, política y social; a mi la repetitividad de la frase en muchos de sus discursos y la vehemencia con la que particularmente la expresaba, me impactaba siempre.

Es que se trata de un principio básico. Asumirse y reconocerse como lo que se es. Vivir sin temor.
Descubrirse y enfrentarse a uno mismo es el cimiento sobre el cual cualquier ser humano debe afirmarse para construir su vida. Y, paradójicamente, muchos no lo logran, o lo esquivan y otros se sienten obligados a ocultar, reprimir, postergar, maquillar, esconder, “hacer de cuenta que”.

“¡No tengan miedo de ustedes mismos!"

Si hay algo que creo que fue constante desde el inicio hasta el fin del pontificado de Juan Pablo II fue su exhortación a confiar en el hombre, desde la humilde aceptación de su contingencia y de su pecado.

Nunca fue un hombre que se aisló en lo abstracto, lo teórico, lo ideal, lo perfecto o inalcanzable. “Juan Pablo II quería que la Iglesia esté donde está el hombre", dijo luego del fallecimiento del Papa su secretario personal, Stanislaw Dziwisz. “Su objetivo era claro: llevar un mensaje religioso, desde la postura de Cristo, pero para infundir en la gente una sensación de libertad interior".

Leí, tiempo después de ocurrido –¡es más viejo que yo!-, ese discurso inicial de Karol Wojtyla, y me pareció uno de los mensajes más esperanzadores y revolucionarios del mundo contemporáneo. Este mundo de hoy, tan poblado de mentiras, caretas, posturas, poses, mandatos
Este mundo que se maneja por el “deber ser” y que condena consuetudinariamente al “Ser” verdadero.
Refuerzo entonces y amplío una idea que escribí hace poco, en la columna sobre la fiesta de la Pascua: los cristianos se ven amargos, enojados, derrotados, condenatorios. No digo que efectivamente sean así. Hablo de la imagen que dan. Y creo que es por la tendencia a vivir tristes
como acorralados.

Es que los hombres por lo general vivimos angustiados por algo, preocupados por algo. Y creo que el miedo, ese demonio a vencer del que hablaba Juan Pablo II, tiene mucho que ver.

Estamos viviendo en el miedo. Un miedo que sentimos a toda hora. Miedo a que me roben. Miedo a que me maten. Miedo a que me estafen. Miedo a que me echen. Miedo a que me descubran. Miedo a que se enteren. Miedo a que me reconozcan. Miedo a que me insulten. Miedo a que me denigren.

Lo peor del miedo es que inmoviliza a quien lo tiene. El que está poseído por el miedo ha sido derrotado de plano antes de emprender cualquier cosa.


El miedo nos hace presos, estúpidos o peligrosos.

El miedo puede llegar a ser tan abrumador que es capaz de desatar las más terribles tragedias.

Los que tienen miedo a todo pierden la oportunidad de vivir.

Por eso me engancho con ese mensaje que esbozó Juan Pablo II al ser ungido Papa: salir de la madriguera del miedo en la que vivimos encerrados, es la idea. Atreverse a vivir la vida desde quien se es verdaderamente, es la posta.

Karol decía que había que luchar para que la derrota del miedo penetrara en "todos los tejidos de la sociedad, y así se suscite una civilización de justicia auténtica y de amor sin discriminaciones".

Y si alguien te dice que así no es la cosa, que tu elección es errónea o que por esas supuestas falencias con las que vivís “Dios te va a castigar”, no le creas. Créele a Juan Pablo II, que -para mí- predicaba al Dios de la vida, la verdad y la alegría. 
 



Está en una reflexión de alguien más, que escribe acerca de un hombre que no hemos leído lo suficientemente bien y no hemos sabido interpretar todo lo que nos dijo a los hombres comunes.

¿Porque nos habló desde el inicio de su pontificado acerca de no tener miedo? 

Entender que la LUZ nos da la verdad, es vivir en la propia LUZ.

Entender que el ser humano debe: salir de la madriguera del miedo en la que vivimos encerrados, es la idea. 

Hoy les digo también: No tengamos miedo.


Autor: Manuel Villarreal

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